lunes, 24 de agosto de 2009

Bitácora. Ronit Guttman. 20 de agosto, 2009: Segunda sesión.

La segunda sesión dio inicio en medio de un ambiente de tensión y extrañeza, entre carcajadas se dejaba ver la incomodidad de todos los presentes, pues no acostumbramos a estirarnos y saltar dentro de un salón de clases y la convivencia con los compañeros de la universidad es distinta a la convivencia con los compañeros del gimnasio.
De entrada, la vestimenta era poco usual en algunos, yo por ejemplo me sentía cómoda – entre más fachosa esté, mejor – sin embargo, había gente que nunca había visto así.
Al cabo de unos minutos, 15 o 20 a lo mucho, ya empezábamos a comprender la dinámica del curso y entendí que debíamos hacer los ejercicios para uno mismo, sin pensar en los demás: concentración, palabra protagónica desde entonces hasta fin de semestre.
Me divertí mucho y realmente, sin estar consciente de ello, me olvidé de los sucesos alternos de mi vida y lo que me rodea y me relajé (tanto que al recordar mi clase de ocho quería escapar), no obstante, fue un día exhaustivo, me cansé en demasía, no fue hasta el domingo que me recuperé.
En un semestre repleto de materias teóricas – que personalmente me agradan mucho – el Laboratorio de Comunicación Escénica funge como espacio de diversión, distracción (de lo demás, todo lo contrario con lo referente a los ejercicios en clase: concentración, palabra clave) y desfogue, razón por la cual se presta a que los compañeros la tomen, en cierto sentido, muy a la ligera, a veces incluso sin seriedad; por ello creo que esta primera - digo primera porque la primera siempre es broma – sesión nos ayudó a comprender que pese a la diversión, hay reglas y normatividades esenciales dentro del salón, responsabilidades y cumplimientos que es necesario acatar para que el curso se desenvuelva como deseado.
A lo largo de las casi cuatro horas de sesión, entendimos el funcionamiento del curso cada vez más. Imagino que el mismo proceso sucederá semana tras semana cada vez a mayor escala.

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