miércoles, 23 de septiembre de 2009

Radionovela. Ronit Guttman, Renata Raya e Iván Limón.

Laboratorio de Comunicación Escénica

Ronit Guttman, Renata Raya e Iván limón.

10 de septiembre, 2009.

Radionovela.

Isidra, madre divorciada, se había convertido en una cazaforunas; ya nada le importaba excepto su placer y robar el dinero ajeno. Se había olvidado de su pobre criatura: Anahí. Isidra ya estaba cansada de mantener y hacerse cargo de su hija, no sabía dónde ni cómo esconderla para lograr compaginar su nueva vida y su ahora asquerosa maternidad.

Anahí caminaba a diario, encerrada como princesa, en las calles carentes de libertad. Salía a comprar los mandados a cargo de su madre y forzosamente de inmediato debía regresar. Un día, el irremediable aroma a pan rústico la llevó hasta la encantadora entrada de un nuevo y muy discreto negocio pastelero.

Al cabo de unos meses, Anahí pasaba sin falta a la pequeña y dulce panaderia, su día carecía de sentido sino no miraba, aunque fuera por un par de segundos, la perfecta sonrisa y la profunda mirada de Olivier. Así, la pobre Anahí comenzó a tejer su propia telaraña: se ausentaba por más tiempo del regular y comenzaba a traer a casa biscochos, pasteles y merengues – todos con el envenenante sabor del insaciable gusto – que acabaron por deletarla ante su manipuladora madre: Isidra.

- ¡Anahí, escuincla!

- Sí mamá/

- Ve a comprar azúcar, no te tardes, ¡como vas!

- Mamá/

- ¡Que vayas ya!

- Es que… hay azúcar todavía

- Entonces ve por sal, por pan o leche; lo que se te ocurra pero ¡lárgate ya!

- Ma/

- ¡Vete! Espero a alguien y me das vergüenza

Anahí se va llorando y con cautela y temor cierra la puerta. Camina un par de cuadras y el aroma la guía a una nueva panadería. Es tarde en la noche.

- ¡Por favor, no cierre! No me tardo nada. Le ruego sólo unas piezas de pan, rapidísimo

- Ya es tarde – con acento francés – y cerré la caja, lo siento madmoiselle

Al escuchar su ténue voz con exótico acento y conocer su angelical rostro, Anahí suspiró y se supo enamorada a primera vista.

- No me tardo, ándele. Rápido

- Muchas gracias, de verdad, muchísimas gracias

- De rièn madmoiselle, ya vayase a casa es tarde.

- ¿Nos vemos mañana, entonces?

Llaga Isidra desesperada por la prolongada ausencia de Anahí.

- ¿A quién vas a ver... – la bellza de Olivier la deja sin aliento – qué, perdón…

- Bon soir madame, Ya cerré

- Mamá – muy orgullosa – él es Olivier, acaba de llegar de Francia y/

- Muy bien corazón precioso, di buenas noches y vámonos a casa que ya es tarde y te me vas a resfriar

De regreso en la casa.

- Te tardaste una eternidad escuincla, ¿qué te pasa, quién te crees?

- Perdón, mamá

- Sí claro, qué fácil “perdón mamá”. Eres una mustia ¿cuándo vas a cambiar?

- Mamá, yo sólo/

- Tú ni hables, que te vi llena de lujuria al lado del inocente panadero.

Pasaron así días, semanas, incluso meses. Anahí visitaba contenta a Olivier y él le recibía contento también. Sin embargo no todo pintaba del todo espectacular, Isidra sabía dónde y con quién estaba, no la dejaría ser feliz por su malvada naturaleza pero además se estaba enamorando de Olivier.

- Hola, Olivier

- Bon jour, madame Isidra, ¿Le puedo ayudar?

- ¿Puedes? – sonrié de forma traviesa – Espero que sí/

- ¡Madame ¿cómo está la dulce Anahí?!

- ¿Quién?, Olivier, date cuenta, tú puedes tener a una verdader amujer/

- Señora, voy a revisar el horno, sino desea nada ya conoce la salida

- ¡No me voy a cansar, aunque tenga que seguir viniendo cuando ella está en la escuela para demostrate con quién realmente debes de estar!

Olivier atendía gustoso a Anahí todas las tardes e intentaba deshacerse de Isidra al medio día vestida siempre de noche. Olivier no le decía nada de aquello que acontecía a las 12, no hacía falta, decía, sus sentimientos eran por Anahí, eso no cambiaría y si se enterase de lo que su ruin madre hacía sólo se abrumaría en una completa amargura. Nunca pensó en el peor escenario, aquel en cuyo centro se encontrarían, en la panadería, madre e hija

- Hola hola, Olivier

- Isidra… - con ira en sus palabras – eres tú

- ¿A quién esperabas a esta hora?

- No a usted, madame

Isidra ya no puede esperar, se meté detrás del mostrador y sin pedir persmiso besa a Olivier.

- ¡Hola, buena tarde!

- ¿¡Anahí!? – pregunta angustiado, apenas se puede quitar de encima a Isidra

- De ella ya nada me sorprende, ¡pero tú, Olivier!

- No es lo que tú piensas, ella no/

- Sólo me lastiman, déjalo así.

Anahí saliño corriendo y no visitó a Olivier durante varias semanas hasta que un día él fue a verla a casa y rogando por disculpas, Anahí logró olvidar.

- ¿Estás seguro?

- Claro, tú también debes estarlo, Anahí

- Es que, no quiero hacerle daño/

- Ella lleva años haciéndote daño

- Lo sé tienes razón

- Ponle más de eso a la masa

Enamorados trabajaron en la cocina de la panadería para crear la masa de un pan cuyos ingredientes acelerarían el proceso envejecimiento de quien consumiera y enfermarían por siempre de malestares estomacales crónicos. Luego de sólo una mordida, Isidra terminó con una vida y unos sueños destruidos a causa de un poco de migajón de pan, mismo que no debía comer por la dieta que estaba siguiendo.

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